lunes, 12 de diciembre de 2016

Sísifo en la cama de Proust




Para esta práctica exorcilógica presento estas tres gráficas. 
La primera referente al mito de Sísifo, aquel condenado a subir una roca hasta la cima de una colina la cual una vez alcanzada rueda de nuevo hasta abajo y debe repetir su tarea a eternidad. A. Camús tiene un ensayo al respecto.
La segunda es referente al pasaje donde M. Proust en su novela "En busca del tiempo perdido" describe el estar en la cama y el momento de despertarse.
La tercera es una serpiente asociada a un símbolo místico que para el caso no interesa. Lo importante es que es una serpiente.

Noten la similitud de algunas poses del personaje en la cama y el del dibujo empujando la piedra aunque el uno hace un trabajo descomunal y el otro descansa.

Para que participemos de este evento debemos encontrar momentos comunes a lo expuesto  en este fenomenoludio. Sin duda alguna hemos tenido la sensación de ingravidez, de caída, y su correspondiente respuesta brusca o atenuada si se trata de un golpe contra el piso, el clavado en el agua, un juego mecánico o acrobacia deportiva...paracaidismo.
Basta para esta ocasión con que nos detengamos un momento en la sensación de las sentaderas, ahora que estamos sentados...¿qué se siente? cada cual tendrá su propia sensación, si nos ponemos de pié ¿esa sensación es igual en los pies, o diferente? y ¿cuando nos acostamos como es o como será esa sensación? sin duda muchos no habrán reparado o se habrán detenido a sentirse de esta forma, pero aquí en este preciso instante estamos dando un salto grandioso hacia otra dimensión que siempre ha estado allí pero no nos hemos atrevido a entrar en ella. Es la entrada a los estados de consciencia sin forma, a esos estados que cuando escuchamos un sonido solo es ese sonido y por más que nos esforcemos no logramos plastificarlo visualmente en ninguna forma, también ocurre con el resto de los sentidos hasta con la visión misma, por ejemplo cuando vemos la pureza de un color, de una tonalidad, de un contraste. Cuando damos o recibimos una caricia sea con la yema de los dedos o con la punta de la lengua (hago notar que esta publicación es para mayores de edad). En principio estos estados sin forma son una gran cantidad y lo que los caracteriza es la ausencia de pensamiento, la conexión directa con la tierra, y una sensación al comienzo muy sutil de una vibración y corriente ininterrumpida, solo deténganse un poco en cualquiera de esas sensaciones y lo podrán notar o percibir. Esta es la base para el yoga, para el tai chi y demás artes marciales y todas las prácticas de meditación aplicadas a los oficios estéticos. Recuerden lo dicho por Borges "La belleza se siente" y ya empezamos con buen pie, o nalga, o espalda...donde sintamos y hagamos consciencia de esa sensación que les menciono...(continuará)